lunes, 6 de enero de 2014

Pisar la tierra.

Es cierto que a veces no es fácil superar algunos obstáculos. Es cierto que hay momentos más álgidos y otros más bajos. Pero esto es así en cada parte, no es sólo aquí. La diferencia es que aquí estoy obligada a saber, que no tengo excusa. Que he de asumir lo que vivo como lo que es: una verdad, una realidad. Y no hay cabida para teorías. Lo que nos envuelve y rodea es la vida, es así. Hay ratos en los que duele... la vida, digo. Y pienso que ojalá no doliera tanto. Pero luego, pienso que no. Que no deseo que no me duela, pues es ese dolor el que me hace saltar del pozo para coger aire. (Si nunca cayera al pozo -pienso-, nunca me vería en la necesidad de saltar hacia arriba...) El hecho es que es necesario flaquear, caer. Y, eso sí, la clave está en coger luego fuerzas para saber reponerse. Aprender, aprender de todo. Aprender de cada momento, de cada realidad jodida, de cada tropiezo. Aprender, y levantarse. Como hacen aquí algunas/os, como hace la gente buena.

   Aquí he vivido y vivo momentos presentes más intensos de lo que a veces pienso que puedo tolerar (pero, tolero, y crezco, por cierto). He ido en moto por grandes ciudades sin saber siquiera si iba a llegar viva a mi destino (motos sin cascos, con tres o cuatro personas o por caminos de tierras y barro). Llego a normalizar situaciones que son extremas para las personas del norte.
   A veces en un día vivo, vivimos, 'demasiado'. Demasiado para el cerebro, o para el cuerpo en general... He tenido miedo, miedo a veces por mi vida. Como caminar sobre rocas, saltando entre cocodrilos, y llegar a la otra orilla diciendo cada vez: "¡Bien, lo he vuelto a conseguir!" Como si nunca hubiera un camino sobre el que poder caminar sin sentir que tu vida y tu mundo corren peligro. Claro... Es que habíamos pensado que las calles venían de serie, y resulta que no, que la mayor parte de la Tierra (y tierra) está sin asfaltar. Que por los caminos de asfalto se crea una falsa sensación de seguridad, que las suelas de los zapatos también acentúan. Pero aquí... ¡ay, aquí...! Entre las tierras y las basuras amontonadas, y con los pies muchas veces descalzos, saltar entre cocodrilos es el día a día. Y sólo me preocupa eso: llegar a la otra orilla.
   Y a veces siento que juego a superar el presente. Cuando tengo miedo en una caótica carretera de Duala cierro los ojos, como jugando a que mis párpados son de acero y pueden protegerme de todo. Otras veces sólo miro por la ventana, viviendo el ahora. Me agarro a la vida, a mí, mis pensamientos... lo que tengo.

Cada día supero un miedo.
Cada día que me levanto sin estar enferma
es un regalo, una fortaleza.

Los miedos me ayudan a crecer,
a valorar más cada momento.
Tengo más confianza en mí misma.
Relativizo más los problemas diarios,
me centro más en lo esencial.

Y todo eso, es gracias a la decisión
en actos, de salir de la rueda de la normalidad;
de salir de lo, en apariencia, estable, y seguro.

He salido del asfalto porque sé que
debajo de él también hay tierra, porque
sé que el asfalto no me evitará el terremoto.
Yo quiero pisar la tierra.

(...)

Cuando miro a mi alrededor y veo que las personas que me rodean son gente buena, pienso que voy por buen camino. Gente buena: que actúa sin intereses, que le mueve la solidaridad, el apoyo mutuo, la justicia, la confianza, el cariño... gente trabajadora... Cuando encuentro a gente estupenda, y sé identificar lo que no quiero... Lo tengo claro: si la gente que me apoya, sois gente buena es porque yo también estoy haciendo las cosas bien. Porque aunque pensemos a veces que las cosas 'caen' de los cielos, bien sabemos que hay que salir a buscar lo que una quiere... Yo salgo a buscar... y cada vez me encuentro con más gente buena. Lo demás, lejos.

Y yo quiero, cada día,
seguir teniendo fuerzas y energía
para seguir trabajando de la mano
de la gente buena.

   Siento que aumenta mi nivel de simplificación de problemas no -relevantes. No quiero perderme en cosas que me impidan apreciar lo que tengo y lo que soy. Quiero trabajar con lucidez, apuntando a lo más alto, encaminándome en una dirección que pienso que es correcta, no dañina...

   Cada vez tengo más claro que no quiero debatir sobre teorías, ni filosóficas ni políticas, de esas que usan términos complejos y frases demasiado largas y difíciles, de esas que les encanta usar a los charlatanes y charlatanas.
   Cada vez tengo más claro que yo quiero seguir al lado de la gente, de las personas, de las niñas y los niños que sufren POR DESIGUALDAD AZAROSA EN EL NACIMIENTO (inocencia, ¿comprendéis, comprendemos esa palabra todavía... o la oímos, y ya suena a hueco...?), de las mujeres fuertes de los jóvenes brillantes en su día a día (jóvenes que brillan, pero que van apagándose a fuerza de los golpes de su entorno)...
   Y seguir conociendo gente maravillosa, y mantener viva la esperanza de que hay otra forma de hacer las cosas, de que se puede vivir sin corrpución, de que podemos construír mundos nuevos con nuestros actos.

¡Tengo tanto que aprender...! Que me agarro al presente como un bebé a su madre, como se agarran los bebés a las espaldas curvas de sus madres africanas cuando les quitan el pañuelo que las unen. Cuanto más aprendo, más quiero seguir avanzando en esto de aprender. Aprender de lo que hay, del vivir.

(...)

   A ratos me da tristeza no poder abrazaros cuando quiero, no sentarme en el sofá o hacer el tonto un rato... A veces me pesa no poder traspasar una puerta y desconectar de esta realidad tan dolorosa e intensa... A veces desdeo trasladarme unos minutos, coger fuerzas, y volver.
   Pero me doy cuenta de que todo tiene su proceso, su tiempo. Soy paciente. (¿Eres tú paciente? ¿Puedes serlo? ¿Qué te lo impide...?) Y yo ahora estoy aquí porque es aquí donde quiero estar. Que lo que hago aquí y el cariño y la la alegría que se desprende de mis acciones en las niñas/os y mayores, merece pasar esas tristezas.
   Hay mucha gente aquí ayudando, luchando y trabajando por un sueño común, internacionalista, humano. Hay muchas personas, pero no las suficientes. Ya lo he entendido. Y yo quiero seguir sumando fuerzas, apoyar, decirles que no estamos solas, mostrárselo con mis actos.
   No podemos abandonar. No podemos abandonarles. No tenemos ese derecho. Es lo que pienso...

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Cada vez más fuerte. Piso la tierra,
y me doy cuenta, al fin.
Por todas las experiencias que vivo,
por lo que aprendo de mí misma,
y de las otras personas y personitas.

Soy muy afortundada, de verdad.
Y ahora estoy comenzando a abrir los ojos.
A disfrutar del sol, como un fuego, ese
gran fuego central de los antiguos...

Soy afortunada, sobre todo, de mi familia.
Del apoyo, de la educación, de los momentos.
Porque la familia una no la elige, es azarosa,
pero se construye y crece, madura también.
Y madurar acompañada es más sencillo.

Hoy es un día especial, y me doy cuenta
de forma especial también....

La mayoría (la mayoría quiere decir muchos, muchos y muchas niñas, con sus historias personales), no han oído ni hablar de regalos: ni de reyes ni de cumpleaños...; ni de churros, ni de refuerzos positivos ni ánimos, ni apoyos...

Hay muchas niñas/os sin sueños, vencidos por la resignación, con miedo.

Nilñas a las que le duele vivir, encerrados en su rutina. Solos/as.

Hay niñas/os víctimas del dolor, de la violencia.

Niñas solas/os. En un mundo hostil, agresivo, duro.

Niñas/os que lloran. Y que no tienen brazos en los que refugiarse.

Claro que soy afortunada. J'ai la chance.
Sólo por lo vivido hasta ahora.
Sólo porque yo no he sido una de esas niñas.
Porque yo sí he tenido infancia.

Hoy, ese día de reyes hispano,
ese día en el que se habla de la alegría de la infancia,
de la ilusión, de la inocencia (¡cómo van corriendo
hacia el árbol a por los regalos...!).
Hoy, el día de tu cumpleaños, papá,
hoy estoy aquí, pisando la tierra,
sabiendo que el asfalto es para los ricos,
viviendo como me habéis enseñado a vivir.

Inocencia, sonrisas.
Fuerza. Horizonte hacia el que andar.

Gracias por estar cerquita de mí,
gracias por las miradas y los gestos cómplices.
Gracias.

Cariño mando para allá
con fuerza que cruza todas las fronteras,
porque lo merecéis.

-Isa-

1 comentario:

  1. Gracias a ti por ser cómo eres, por todo lo que estamos aprendo a través de tus experiencias vividas de las cuales nos estás haciendo partícipes, gracias por ser tan buena persona y por todas la labor que estás haciendo allá donde lo necesitan, eres adorable y te queremos un montonazo, miles besos y abrazos. Mum.

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