domingo, 25 de mayo de 2014

Hay que seguir

I

Apareces,
como un vendaval, con frescura,
inundando todo con tu presencia
seria y firme;

renuevas el aire,
oxigenando vidas de latigazos
y frustraciones,
dando ejemplo con tu trabajo.

Permaneces,
observando cada gesto interesado
y mezquino de tu entorno,
callas mucho y hablas justo;

sufres sola/o,
y por dentro llueven truenos
que reflejas en tus ojos:
yo lo veo. No estás solo/a.

---

II

Resiste, porque si tú resistes a mí me das fuerzas,
porque con tu rutina generas conciencia,
resiste, siempre, porque nosotras/os sabemos
que sí merece la pena.

No desesperes en el camino frustrante del día a día,
sigue, a por ello, porque tu lucha tiene sentido,
tu lucha es mía.

Ya te lo dije, hoy lo repito: ante la duda, persevera,
porque eres grande en gestos pequeños,
porque es tu esfuerzo lo que hoy crea
alimento nuevo para nuevos sueños.

Estamos cerca.

---

III

No tengas miedo.
No hay quien destruya lo que sabemos:
el buen trabajo, el nacer de cero,
que en cada golpe, siempre aprendemos.

Cuando tus manos
sean fuentes blandas de agua de nervios
y tus rodillas bailen deprisa, bailen de miedo,
cierra los ojos,

siente la fuerza que llevas dentro,
siente mi hombro cerca del tuyo,
porque, aunque viejos/as sean nuestros cuerpos
no estamos muertos.

Lo que tú ahora estás sintiendo
muchas personas, en otros tiempos,
ya lo sintieron, y con su ejemplo nos demostraron
que sí podemos,

que aunque nos duela y desesperemos,
son sólo eso: duros momentos,
que superando días de duelo
vamos creciendo.

Y lo alcanzaremos.

---

IV

Es tu cara
un libro negro donde puedo leer
injustos momentos que te han hecho llagas,
pero aún resplandece;

es tu mirada
un lanzallamas retenido en su base
mezclado con tinta de dolor permanente,
y un sol marchitándose;

son tus palabras
verdades hirientes para gentes corruptas,
inicios violentos de medidas injustas,
son tempestades

necesarias ahora en esta calma inventada,
que reprime el latido de la vida que nace,
que reprime tus ojos, que reprime tu cara:
tus palabras son siempre para mí necesarias.

Nunca las calles.

---

O la fuerza o la decadencia. Sólo decido cambiar mi mirada para soportar sin llanto la realidad que desangra, y me centro en la fuerza, transformando mis odios en acciones concretas, escuchando a la vida que exige respuestas: respuestas de lucha, nunca más ya respuestas de queja.
He descubierto el engaño triste de la vida agónica, en la cual nos sentamos a repetir los males globales, los males repetidos, los males y los muertos/as. He descubierto la verdad de las gentes que construyen mundo, la intrahistoria cansada pero que nunca abandona, las vidas entregadas a combatir los abusos. Y ahí están las mías, ahí están los míos. Yo ya no quiero sino centrarme en ellas/os, centrarme en las vidas de miradas de fuego que no mira nadie, pero que con su calor hacen del transcurrir de los días algo menos plomizo, algo más bueno.

Y no os engañéis,
sólo depende de nosotras/os elegir con qué/quién quedarse.
O las referencias positivas, o la decadencia.

Mucho ánimo, familia.
Un poquito de paciencia,
que en dos semanas llego,
y necesito mi tiempo.

Os quiero.
Gracias.
-Isa-

lunes, 5 de mayo de 2014

Por la ilusión oprimida

Los días pasan... vivimos.
Pasan los cielos estrellados y los soles nublados que dejan gotas en las grandes y verdes hojas de los campos que veo crecer cada mañana. ¿Cuánta vida es necesaria para que nos demos cuenta? ¿Cuánto más?

I

Desabrochando miedos,
quitando prejuicios sobre los 'debe ser'
y mirando a los ojos rojizos del atardecer salvaje...
ahí me encuentro, aquí.

Liberando la rabia
en un grito berreante
que el viento difumina entre los ruidos
del mercado. Aquí.

Huele a tierra removida,
a huellas haciéndose paso:
soy yo naciendo
por primera vez a un mundo nuevo.

Ya no me importa la rima,
ahora no. Ni el número exacto.
La sílaba es sólo
una parte, no es palabra completa.
(¡Para llegar a ser palabra...!)

Desarrollando el talento
y bombeando todo el cuerpo.
Ya no, no es necesario ahora.
Se ha desvanecido el miedo.

Músicas del mundo,
verdes y marrones, cielos.
Nubes espesantes, lluvias.
Baile de pantalón rajado.
Para luego, silencio.

No me importa, ya no,
ahora estoy fuera del cuento,
como una escritora atenta,
generando pensamiento
en actos, en días que vivo.

Y es siempre lo mismo,
en distintas formas:
vida, momentos, sueños,
ganas de pasar viviendo
el menor dolor posible
y el máximo bienestar.

Comprendo, mientras vivo,
comprendo intentándolo.
Comprendo, entiendo poco
pero poco a poco crezco.
Estoy ahora aquí, sintiendo.



A las ilusiones quemadas

Tres años de vida. El marrón de la tierra colorea el otro más oscuro de su piel, como tiza acartonada. Balanceo nervioso de piernas sobre la sillita de madera. Ojos clavados en la maestra, lanzados como buscando agarrarse a lo nuevo por aprender. Palmaditas de emoción y alguna risotada con sus iguales-pero-nunca-iguales. Deseo de aprender, cosquilleo ilusionado. Y de repente: ¡PUUUUUUUM! Bofetada de realidad latigante. Deseo frustrado. Llanto ardiente desde dentro y ahí encerrado. No puede salir, está obligado a reprimirse.

Hija de los pobres. Escritura en el cuaderno desgastado de cuadrados pequeñitos y tapas de aire. El viejo zapato como hoja afilada quema, doblado bajo el talón agrietado. Duele, pero no hay tiempo para esas pequeñas quejas. ¡ZAS! Vuela el cuaderno por el aire de barro arrastrando enganchada la esperanza de poder continuar estudiando. La herramienta de madera y hierro cuelga de su hombro, hundiendo con los años los hombros y la vida. El campo es la opción forzada.

Pueblos arrasados por la pobreza impuesta. Pueblos son personas. Pueblos son miradas, ilusión de inquieta infancia arrancada con violencia. Viola, viola vidas la violencia. Y tú, ahí. Y yo, aquí. Haciendo qué, haciendo mundo.

II

No hablo de mí, hablo del mundo,
de ese mundo del que no se habla
entre los que decimos que sabemos
del mundo. Y no sabemos nada.

Esas tantas vidas,
tantas niñas y niños,
juventud, latir de la tierra,
madurez de mujeres y hombres
buenos, buenos y buenas,
buenas y pobres.

Esos tantos latires pausados,
precipitados a la rutina
del trabajo y la pesantez
de los días,
vida de llagas.

Vidas de sabios momentos,
de represión contenida.
Y luego, tantas otras vidas insípidas,
vacías de pesos,
llenas de mentiras.


Yo no lo sé... no tengo la respuesta.
Sólo consytruyo y deconstruyo cada rato,
sintiendo una calma y una fuerza que me abre nuevios frentes,
como queriendo mirar más, no conformarme.
Mi inteligencia crece, y a veces se difumina en las acciones cotidianas en las que me pierdo. Siento muchas cosas, como viviendo en dos planos diferenciados. Como sabiendo de los dos mundos que son muchos mundos. Mucha muchedad, ya...

No sabemos casi nada,
pero podemos aprenderlo casi todo.
Y en ese campo jugamos,
digo... vivimos.

Y no puedes contar a veces
más que con tu propia fuerza,
contigo. Por eso el amor propio crece.

A cinco semanas de volar hacia allí.
Esto es muy duro. Suerte que formáis parte de mi vida.
Y... sí, una cosa: estoy harta de los acosadores.
Pero lo llevo con dignidad. (Creo)

Os quiero, familia.
Estoy bien, estad tranquilas/os.
Gracias por todo

-Isa-