Colapso.
Como
cuando demasiadas carreteras
abarrotadas
de vehículos convergen en
un
mismo punto, estancando el movimiento.
Como
intentar rellenar una botella
con
bolas de billar amarillas... y rojas, y negras.
Y
no poder. Y chocar contra el vidrio.
Una
vez, y otra. Y otra más.
Clin,
clin, clin.
Y
no poder.
Como
querer bajar una veintena
de
niñas/os por el mismo tobogán,
al
mismo tiempo. Empujando.
Presionando.
Forzando algo que no
puede
dar más de sí.
Y
no poder.
Colapso
a veces.
Porque
la complejidad del problema
aumenta
en cuanto más datos vas teniendo.
No
es sólo lo que ya sabía.
Es
mucho más.
Mucho.
Y
ya sé lo suficiente, sé demasiado
como
para poder detenerme aquí
e
intentar mantener, sonriendo,
un
falso equilibrio sordo.
---
Según
más avanzo en vida,
más
problemas encuentro.
Y
más complejos, más sangrantes.
Líos
de hilos finos, anudados,
que
parten de distintos puntos.
Que
por ser finos, a veces obvio,
pero
están, y tiran mucho. Tiran.
Como
consolándome, me digo
que
la clave es reconocerlos,
saberlos,
e intentar desenredarlos
poco
a poco. De uno en uno.
Y
respirar pa'fuera.
Mientras
dure la vida.
Y
seguir.
L I B E R T A D.
Letras
entrelazadas, palabra. Y un “No sabemos lo que tenemos”
me resuena como eco mientras vivo. ¡Cómo me cuesta! ¡Cómo me
cuesta explicarme, explicaros lo que siento! Me es tan difícil a
veces, que me siento paralizada.
[
…]
No
fluyen tanto las palabras.
Me
quedo como parada.
Con
frases cortas. Rotas.
Como
atracadas, asustadas.
Pero
el pensamiento,
¡oh,
cómo fluye!
Se
desliza como por una
rampa
empapada en aceite.
Zuuuuum.
Baja.
Siempre
en movimiento.
Deprisa,
bailando en una
pista
invisible, flotando,
envolviéndolo
todo.
El
pensamiento [...]
Falta
de libertad. Falta, falta de libertad. Se nota el vacío. En las
preguntas. En los comentarios. En la forma de actuar. En la
comunicación, en todo. No encuentro personas libres. Siempre miedos,
siempre condicionantes externos, siempre presiones. (Detesto mi
negritud, quiero ser otra. Detesto mi situación, quiero ser otra.
Detesto mi vida, quiero vivir otra.) Falta de libertad. Ausencia
que lo llena todo. El día a día., invadido por esa falta de
libertad... ¡cómo pesa! Quieren viajar, salir. Quieren ir al lugar
donde viven quienes pueden elegir. Al país de los blancos. Donde
la gente es guapa y viste bien. Donde los jóvenes trabajan desde los
dieciséis años, y nunca hay paro. Donde 'todo el mundo' es feliz.
Donde hay libertad. Libertad por.
Libertad para.
Libertad de tanto. Tantas libertades. Y se me atraganta el “No
somos conscientes...”.
Allí
en tu país no trabajáis más que unas horas en la oficina, y ¡a
ver el fútbol! Y ríen, como
teniendo la certeza de que miento, cuando expreso problemáticas
profundas fruto del sistema (un sistema común y global). ¡Allí
no cocináis, si coméis todo el día hamburguesas, que lo he visto
en la tele...! Y más risas,
como asumiendo que sigo engañándoles cuando hablo. ¡Mentira,
tú mientes! ¡Claro que todas/os tenéis casas grandes y coches, lo
que pasa es que me dices que no porque estás en África! Y
ríen, ríen mucho. Con esa risa ácida que me pica y escuece, por
todo lo que pienso que envuelve detrás. “¿Quién les ha dicho
esto?”, pienso. Y veo, veo ejemplos, veo manipulación mediática,
veo blancos ricos paseándose(nos) por la ciudad. Y comprendo. La
diferenciación racial es económica. Y la barrera invisible que
separa realidades se materializa aquí en el color de la piel. Y en
la falta de libertades.
Cuando
el autoritarismo reina, cuando los razonamientos no se rigen por
leyes lógicas (lógica
de base, lógica filosóficamente hablando), sino por miedos, mitos y
supersticiones (para mí motivadas y mantenidas por el autoritarismo
político-económico imperante), cuando todo eso... veo cuánto pesa
la libertad en mi vida. Me reconozco como libre. Y, ¡jodeeer!...
reconozco esa carencia en tantas personas... “Libre” no en
abstracto, no como globalidad; sino “libre” en ejemplos. Libre
para salir a jugar en la infancia o quedarme estudiando. Libre para
comprar unos cereales u otros. Libre para sacarme el carnet de
conducir o estudiar una carrera. Libre para comer tomate natural o
tomate frito. Libre para escuchar música o no escucharla. Libre para
abrazar y decir “te amo”. Libre para separarme de lo que no me
gusta o me hace daño. Libre para ir al centro de salud si estoy
enferma. Libre para viajar, para moverme. Libre para trabajar y
emplear mi vida en lo que yo quiero... Toda esa ausencia... aquí, la
vida. ¡Cómo me cuesta explicarme, cómo me cuesta representar a
través de las letras este dolor, este vacío que empieza a llenarme
a mí también!
Vengo
como de otro planeta. Estructuralmente tan distante, que la
integración suena a mito. Y no es porque no lo intento. Me adapto,
me adapto a mucho, con lo que este 'mucho' lleva implícito. Me
adapto a un 'mucho' gigantesco, abarrotado de rutinas, hábitos,
miradas y gestos, palabras, problemas... Intento pensar lo mínimo,
no forzar reflexiones. Pero, ¡ahhh! Vienen, vienen solas. Se me
presentan chocándome en la cara, aplastándome la nariz, y no puedo
dejarlas pasar. Y soy extraña. Y cuántas veces me digo: “No me
entero yo bien. Que no, que no me entero. Que no me entero, que no.
¿Cómo puede ser esto así?” Y sigo mirando, miro. Y cuánto
veo,¡eh! ¡Cuánto! Todas estas vidas...
Nuestras
vidas. “No le damos el valor que tiene” ,
vuelvo a repetirme. Sólo si nos situáramos en una escala más
amplia, sólo si ampliáramos nuestra perspectiva, apreciaríamos más
nuestras oportunidades, lloriquearíamos menos, y nuestra lucha sería
más intensa y más verdadera. Pudiendo así distinguir lo importante
de lo superfluo, viéndolo brillar, haciendo más sencillo lo que es
sencillo y desenredando problemas secundarios que entorpecen... Y
leerlo o decirlo no es lo mismo que vivirlo. Por el planeta rondan
muchas personas cuyo último sueño es salir. SALIR. Salir de la
falta de libertades, llegar a mi país, Europa.
Una y otra vez, lo escucho. Lo veo... Ese horizonte utópico que les
impide, por cegarles, construír otro horizonte más cercano, más
revolucionario en su terreno, que proporcione cambios concretos y
mejore situaciones individuales...
Esto
es una mierda, escucho y me digo
también.
Pero
es lo que hay, continúa el
razonamiento.
Así
que, hay que empezar a currar ahora por el cambio.
Y
no perder la esperanza en tanto que aumente la perspectiva.
Pero,
¡¡¡¡¡ouuuuuuch!!!! Cómo escuece.
Porque
a pesar de todo, sobrevolando teorías e ideologías, atravesando con
punta de lanza de madera de bambú palabras que flotan en el aire
(vacías de contenido), aquí en el terreno, un euro son seiscientos
cincuenta francos. Y la libertad se mide en euros. (Perdonadme almas
puras).
…
Salud
y sabiduría.
Y
disfrutad mucho del momento presente.
No
dejemos que nos arrebaten los
derechos
conquistados y peleados
allá,
en nuestro país de blancas/os.
Pero
no olvidemos alegrarnos
de
nuestra suerte, y construyamos,
siempre
hacia lo mejor.
Os
quiero mucho,
gracias
por estar.
Transformando
mis letras
en
pensamientos y emociones.
Miles
de abrazos y cariño
-Isa-