domingo, 24 de noviembre de 2013

Delirios de pequeñez


“Y yo sé que hay momentos que no voy a olvidar,
que por ser tan intensos se me han colado bajo la piel.
Hay miradas como piedras que se me han clavado,
lanzadas en un aire caliente, espeso, silencioso.

Vivo demasiado como para no saber,
como para poder continuar sin ser consciente
de que hay presentes que duelen, punzan,
como una taquicardia en un bebito enfermo.

Una maestra que sólo se tiene a ella, a ella
y a su ingenio, su propia fuerza. Para poder
lidiar con no uno, sino todos los 'día a día'
que le permita su salud y su tiempo.

Familias que, aun queriendo, no pueden
cambiar su presente, ir a otro mundo
donde se cuiden los derechos de la infancia
y los pasos que se den no sean en vano.

Yo sé que mi presente no es el mismo,
que mis ojos están un poco acristalados,
que me encuentro ahora demasiado cerca
de una vida que no me habían explicado.

Y la claridad y la noche se suceden,
aunque no haya una persona que lo escriba.
La pobreza, el llanto, gente que muere,
fortaleza de mujeres que caminan.
Cargadas. Caminan cargadas.

Cargadas por la vida,
pero fuertes."


DELIRIOS DE PEQUEÑEZ

Tras noches delirantes...

(...) Miércoles. Estoy sentada en la camilla del hospital
de Penka-Michel en la región del Oeste. Au village.
Es mi tercer día aquí, mi cuarto día sin ducharme,
por cierto. Porque no hay agua. Ni en el hospital ni en casa.
Espero a que vengan, desde Douala, los médicos del seguro,
para marchar a la clínica privada esta tarde. Hay más de 250km,
6horas en el bus ordinario (ya hablaremos del bus), unas 3h en
vehículo privado. Tengo tantas cosas que expresar, que me
cuesta saber por dónde empezar (...)

Me sorprendo lo justo, me espero cualquier cosa. Es como
si estuviera tan sorprendida que ya no pudiera sorprenderme
nada. (...) Aún no os he dicho nada, no sabéis que estoy aquí.
Como no es grave, lo dejo, porque la palabra 'hospital' a más
de 6000km de distancia, en un medio rural del Áfrika subsahariana
parece que impone. (...)

Vivir aquí es muy duro. Ya no para mí, sino para quienes
viven aquí DE VERDAD. Yo, aún más cercana que otras
personas y un poco habituada, me sigo alarmando por situaciones
que aquí se normalizan. Todo es diferente.(...)

Es mi tercer día aquí y hemos descubierto que no tienen médico.
Que no hay médico. Ni un sólo médico en el hospital. Bueno...
partamos del lenguaje. 'Hospital' aquí y allí no tiene el mismo sentido.
Aquí no hay agua, no hay médicos, no hay luces blancas ni pasillos
limpios. No hay sábanas ni servicio de limpieza, ni de comida en
las habitaciones. No hay archivos informatizados porque no hay
ordenadores. No hay megafonía, no hay termómetros. Ni gasas
ni algodones, ni sueros ni jeringuillas.

Si necesitas algo, te lo compras. Lo pagas. Sales a la farmacia
y entras con ello. Pagas la habitación por día. Traes tus sábanas,
limpias tu baño (sin agua, recuerdo). Si no tienes dinero, pues te
vas. Te mueres. (¡quéfuerte-quéfuerte!). Ya, pues es lo que hay.
Aquí hay pobreza. Es muy duro.

(...) Nada más llegar al hospital me piden paciencia. Lo primero
que me dicen. Unas siete personas que no se identifican me
miran. (Luego me entero de que tengo una atención especial
porque soy blanca...) Me acuerdo mal pero oigo que me dicen
que no aguanto nada, que lloro como un bebé, que no soy
como ellas. Me encuentro mal y lo único que quiero es que me
atienda un equipo profesional que me quite el dolor.

Oigo como, a mi lado, discuten (medicina en mano, ya comprada)
si es útil o no ponerme una u otra. Alucino un poco, lo justo.
No siento confianza y me fastidia esa sensación. Pero no
me siento segura allí. (...) [A los días conozco que no hay persona
responsable, que muchas/os son de prácticas.]

No me preguntan nada. Ni antecedentes, ni medicación, no tienen
datos. Me ponen una vía entre cuatro, haciéndome un daño que
aún permanece en mi mano hinchada. (En la clínica privada me
dijero que me medicaron fuera de la vena, y por eso se me inflamó
tanto todo el doloroso brazo izquierdo). Me duele mucho el brazo.
Lo que me están poniendo me hace mal. Me aprieta por dentro,
como si me reventara algo. Lloro de dolor. Pido que me lo quiten.
Ríen compadeciendo mi debilidad, y preguntándome si nunca antes
me habían puesto una vía. ¿Hola? ¡Claro que sí, pero nunca me
habían destrozado el brazo de esta manera! Eso lo pienso, no lo
expreso así, claro. SOIS UNAS PEDAZO DE BURRAS. Eso
también lo pienso. Y se ríen diciendo que lloro como un bebé, que
qué voy a hacer si tengo que parir. Aquí, donde parir es como
hacer pis, cumplir una función vital femenina...

(...) Vale. Lo asumo. SOY DÉBIL. UNA PUÑETERA DÉBIL
BLANCA Y RICA. No soy como ellas. (...) Soy débil, pues vale.
Pero me encuentro mal, he venido en una moto de noche, con tres
personas (sin caso, lo sabéis, lógico), de noche, con un frío horrible,
y estoy en un hospital donde ni siquiera se me está pasando el dolor.
Lo que menos necesito es que se rían de mí diciéndome lo débil que
soy. Puede que sea una histérica también. Bueno, no es nuevo...

Paciencia, sí. (...) Hay cosas que me reservo...

Que no hay médicos. Las enfermeras asumen toda la responsabilidad.
Me indigno como europea que entiende que en un hospital
tiene que haber al menos (al menoooos) un médico/a. ¿Quién
me controla? ¿Quién me preescribe la medicación? ¿Perdóon?
La enfermera me dice que es un problema del gobierno, que no
les facilita médicos. Que ella no va a dejar morir a los pacientes,
tiene que atenderlos. Me corre frío por dentro. Siento que soy, junto
a mi compañera, como un tábano que les está fastidiando. Siempre
ha sido así, siempre han funcionado así. Y para una blanca que viene,
me pone de irresponsable y loca, imagino que pensará la enfermera.
No, no. No es su culpa. Ella hace bien su trabajo, dentro de los
medios. Al menos hace lo que puede para atender a la persona-
paciente que paga, intentando curarla. Pero todo funciona mal.
Y me duele y me cuesta asumirlo.

(...) Mientras, allí estoy yo. Con una llamada de teléfono tengo
solucionada mis papeletas. ¿Allianz Seguros, qué le ocurre? Todo
funciona bien, como funcionamos las ricas en Camerún. Un vehículo
privado llegará pronto desde Douala. (...) Tengo que asumir quién
soy. De dónde vengo, cuál es mi origen. Lo que aquí represento.
Es jodido darme cuenta. El contraste. Quién soy.
Pero más jodido es vivir y morir aquí sin escapatoria.
Courage..."

[...]

"Viernes. Qué fuerte. (...) Demasiado rico para ser real. Llevo
dos días en la Policlínica Bonanjo. Dos días de desconcierto.
¿Estoy en Áfrika? Claro. Contrastes.

Menú a elegir, opción vegetariana. (...) Desde que llegué aquí,
me he sentido como en casa. A salvo. A salvo de la pobreza.
Qué fuerte. Qué fuerte, me repito. Lo que hace el dinero. Un
trato atento, agradable, profesional. El dinero. El dinero que pagué
allí en España antes de venir. El seguro. Estoy asegurada. Asegurada
contra la pobreza y sus males. Qué fuerte.

Fue muy duro llegar aquí, ver las diferencias los contrastes.
Creo que tengo que asumir mi condición de privilegiada. Asumir
quién soy y de dónde vengo. Asumir que somos blancas, ricas
aquí, que venimos de otro mundo. Parece 'lógico' pero no es
nada fácil.

Tengo una habitación privada. Con balcón privado, y mesa con sillas
para tomar el aire. Armario privado, tele privada y baño con agua,
no sólo agua sino fría y caliente. Baño con bidé. Bidé privado.
Tengo nevera privada en mi habitación. Tengo una habitación privada.

Es decir. Dentro de uno de los barrios más ricos de la ciudad
de Douala, Bonanjo, donde están todos los bancos y las
grandes sedes de empresas extranjeras, donde están todos los blancos
y las blancas; dentro de este barrio, está esta clínica, una de las mejores
y más caras de aquí. Y dentro de esta clínica, con pasillos limpios
y amplios, servicio de habitaciones y un patio con una fuente gigante,
estoy en una de las habitaciones mejores, con todo privado. En un
apartado rotulado con una placa que pone 'Alto Standing'.
Muy fuerte. Muy fuerte. Paciencia.

(...) El seguro de viaje funciona. Aconsejo siempre hacerlo. Porque
en momentos en los que se tambalea todo tu esquema, en los que
te agobias y DE VERDAD echas de menos lo que tienes allí,
una llamada te soluciona la papeleta devolviéndote a lo que eres:
una mujer nacida en España que se ha pagado un caro seguro de
viaje anual para cubrir su viaje temporal en Camerún.

(...) Estoy transformando mi mundo. Mi aparente normalidad. La
realidad, el presente, no depende todo de mí. Tengo que asumir
que en mi mano está cambiar un poco, no puedo todo. Nadie puede.
Hay que asumir quién eres para evitar el bloqueo y avanzar. (...)

Me doy cuenta de que la mayoría de las cosas que vemos normales
allí no son tan 'normales', sino meros privilegios de gente rica. Y ya
sé que todas/os sabemos la teoría, eso que nos cuentan de que somos
afortunadas/os y que 'en Áfrika...'. NO, NO, PERDONAD. Pero
aquí no se trata de teorías. De frases aburridas que nos han repetido
tantas veces que han perdido su fuerza y hemos normalizado. Se trata
de ver lo que hay, de SENTIRLO, de saberlo. Allí nos parece claro
que la sanidad pública es un derecho, y que es 'normal' que si estás
enferma te atiendan bien, que te recoja una ambulancia si tienes
una emergencia, y que te cuiden con medicamentos y alimentos
apropiados. Allí es 'normal' que te limpien las sábanas si están
llenas de sangre. Es normal que te las limpien aunque no tengan manchas.
Y cuando algo funciona distinto a lo que nos esperábamos, o tardan un
poco más en atendernos, ponemos el grito en el cielo. Y criticamos,
odiamos, nos enfadamos, gritando nuestra desgracia y mala
fortuna. Qué falta de perspectiva.

La cuestión empieza donde empieza tu concepto de 'normalidad'.
Estoy aprendiendo tanto aquí. Aquí, donde es normal ser pobre.
Normal no tener agua en un hospital. Normal morirse por no poder
pagar el tratamiento médico. Normal ser un niño/a desnutrida y con las
articulaciones deformes por la descalcificación. Normal que te arrase
una moto, normal que no aparezca ambulancia ni policía a tu socorro,
normal ir a un hospital y encontrar la ausencia de médico. Normal
pagar todo, hasta los guantes de la enfermera. Normal aguantar los
síntomas con remedios tradicionales hasta llegar al hospital a morir.
Normal morir. Normal la pobreza. Donde lo anormal es mi vida.

LO VES, LO PALPAS. Mi concepto de normalidad es sólo eso,
un concepto. Una idea. Entre muchas, tantas. He vivido en una burbuja,
puede que tú que me lees te estés dando cuenta de que también lo
estás haciendo. Pero cuesta demasiado salir y romperla, explotarla.
Porque cuesta demasiado, es demasiado duro eliminar la distancia
física entre los dos mundos (la riqueza y la pobreza), y SENTIR, saber
quién eres, más allá de las teorías.

Forzosamente eres otra. Otra nueva. Aunque entres en otra rutina.
Ya soy otra. Asumo el presente y sigo construyendo.
No me culpo ni quiero hacerlo por ser quien soy: una afortunada.
No voy a hacer de mi fortuna una desgracia, sería absurdo e irrespetuoso
hacia quienes sufren de veras. Sólo voy a ser consciente de mi fortuna,
me lo voy a recordar. La voy a disfrutar, cuando toque, y voy a seguir
aprovechando mi situación para generar bien en las y los demás.

Que no es fácil, pero es posible."

Estoy cogiendo muchas fuerzas,
estoy creciendo, mucho.

Y siempre apoyaré, como las grandes, las pequeñas luchas,
allí o aquí, no importa. Sólo digo que también es buena
una dosis de humildad, de cambiar la queja por una lucha más
positiva, más creativa, más activa, de las de verdad.

HAY MUCHA GENTE BUENA.
Es importante recordarlo para seguir avanzando.

Muchas gracias por el cariño, la atención, el apoyo.
A quienes me piensan, me llaman, me escriben. Desde cualquier parte.
Sobre todas las fortunas, la más grade es esa: es el arropo
que personas como vosotras, como tú, me dais. En cualquier
grado y en cualquier medida.

Estamos en lo mismo.

Os quiero.

-Isa-

8 comentarios:

  1. Hola Isa, tus palabras me dejan sin aliento está comprobado que siempre lo pagan los mismos, todo esto es una atrocidad siento verdadero asco por lo mal repartido que está todo, nadie merece vivir esa realidad tan cruel, ánimo y mucha fuerza para poder seguir desarrollando tu proyecto y para que parte de esas personas puedan ver al menos un rayo de luz y esperanza. TE ENVIO TODO EL APOYO DEL MUNDO. Un abrazo muy fuerte y que sepas que me alegro mucho de que ya estés mejor. Miles de besos. anye.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por todo. Es difícil conocer lo que existe, pero, como siempre decimos, lo primero es asumirlo para seguir avanzando. Y asumirlo es duro, pero es necesario. Estoy bien, y muy fuerte. Y os mando lo mejor para allá. Os quiero.

      Eliminar
  2. Animo! El esfuerzo q dedicas cada día te hace crecer y a los que te leemos nos ayuda a comprender muchas cosas q nos quedan tan lejanas...
    Coge fuerzas, animo y sigue luchando!!!.

    Un beso muyyyy fuerte!!!! Te debo un email!!jejeje. Rub

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Rubi, te mando todo lo mejor para ti y l@s tuy@s. Todito lo mejor. Gracias. ^-^

      Eliminar
  3. Fuerza y orgullo de ser como eres. Humana. Y blanca (no es ningún delito)

    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Me da vergüenza sentirme tan afortunada, limpia y con un futuro, que aunque se trunque, puedo sacar medios de donde sea para salir adelante... vivir en unas circunstancias que son las únicas que conoces hace que al ver otras totalmente distintas te de un golpe de realidad increíble. Es normal que a veces te sientas tan pequeña, pero la fuerza surge siempre de las debilidades y nuestros miedos, sólo así es como realmente crecemos.

    Te echo mucho de menos Isa,

    Jessi

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí... a veces necesitamos darnos cuenta de lo que hay, de que sólo somos un porcentaje pequeñito del mundo entre muchas formas de vida, para apreciar nuestras posibilidades. Pero no nos machaquemos, estamos en el camino, Jess, y darnos cuenta es un buen comienzo.

      Te quiero, amiga, te deseo lo mejor. Un abrazo enorme. Isa.

      Eliminar