sábado, 7 de mayo de 2016

Tengo un sueño... yo también

 Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura
 porque no habrá niños de la calle.
 Eduardo Galeano, de "El derecho de soñar"


La violencia se consolida en la rutina,
dirige las relaciones interpersonales,
modela la propia vida

la violencia de los trabajos y los días,
de los abusos, el odio, la sangre, los golpes
la violencia hacia los niños y las niñas:

esa es la vida, así y ahora,
esa es la pesadilla.
Por eso sueño.

 
Recuerda Amnistía Internacional que a día de hoy "Niñas y niños de todo el mundo sufren violencia de forma habitual en escuelas, en instituciones pensadas para su protección, en centros de detención de menores y, a menudo, en su propia casa" (Los derechos humanos en la infancia) Nos lo recuerda en mayúsculas, nos lo grita.


Un sueño dulce, todo otro, brillante
y utópico se vuelve necesario,
cuando la realidad se consolida
como pesadilla, terror perpetuo.

Por donde piso siembro el sueño,
un sueño sereno y firme, 
realizable con los dedos,
por donde piso, siento el miedo.
Y por eso sueño.


 
























 Taller de sueños
École Saint Augustin
Douala
Yo también tengo un sueño
que se renueva al instante
que se hace fresco, más y más tierno
según moldean nuestras manos
el barro de los recuerdos. 
Recuerdos-horror-recuerdos.
Por eso sueño.   


Taller de sueños, Orfelinat CREEA














Taller de sueños, Orfelinat Les Amis







Y lo veo casi todo
como en una película
de ciencia ficción, en la que
no puede ser real que pase
lo que veo que está pasando.
Pero pasa. Y este presente
es realidad pesada.
Por eso sueño.





Si no me expreso bien, si me hago ahora
de una difícil lectura, casi técnica
es porque empecé a moverme en aguas duras
en las que apenas ando sobreviviendo,

y si no me expreso bien en esta lengua
o en tantos otros idiomas que aprendo
es porque no encuentro palabra alguna
que hable con la fuerza de los sueños,

por eso, donde piso, siembro un sueño
de libertades conseguidas con esfuerzo,
por eso, donde yo vivo es en el sueño
porque es el lenguaje óptimo, es el medio
 
en el que más liviano pasa el tiempo,
en el que veo nuevas caras sonriendo,
en el que muere de una vez el sufrimiento,
por eso, por todo eso, siempre sueño.

Road to school, Ijamido Children's Home, Nigeria


Pero saliendo del derecho de soñar galeano
y retornando a la realidad diaria,
los niños siguen siendo menos que basura,
las niñas siguen siendo una y otra vez violadas,

los cuerpos yacen inertes o agónicos
en mares, tierras fértiles o áridas,
los niños chocan sus cabezas-rocas
contra el muro húmedo que será su lápida,
y no pueden salir aún, no pueden.

He visto cárceles pequeñas, mudas
al mundo que compra tras sus paredes,
he sentido brazos que desgarran
pidiendo un auxilio permanente,

he escuchado el grito-eco, fúnebre,
de la niña que, en violencia, desespera,
he corrido al refugio más cercano
para, soñando aún, poder seguir despierta,
 
y no he podido más que aliviar,
un poco, sólo eso (¡sólo eso!),
aliviar con trabajo, algunas penas,
mejorar realidades únicas, concretas,
y no he podido más que eso, 
y eso pesa.

Pero el sueño continúa,
y mientras pueda
forjaré mis utopías
con tareas,

y si el sueño continúa,
estate atenta,
mi sueño será ya tuyo
en cuanto pise tu tierra,

porque, lo dije, lo escribí antes,
por donde piso siembro el sueño,
un sueño sereno y firme, 
y realizable con los dedos,

un sueño de infancia libre,
de fin del horror y el miedo,
un sueño de inteligencias,
un sueño de un mundo nuevo.


Rocas y el Océano Atlántico, Rabat (2012)





El mar, agua,
tierra, aire, fuego,
los cuatro elementos
y el sueño.

Salud y gracias.

Un gran abrazo,

-Isa-

lunes, 2 de mayo de 2016

Eres tú aire


Un pulmón llenándose,
aire saliendo. Parada.
Un pulmón muriendo.

Este agujero negro
esta náusea que arrasa
cada gesto

esta ira
retenida con silencios
este duelo

lo salva cada día
un niño nuevo
naciendo

lo alza tu sonrisa
estallando en
mi recuerdo

sólo puedo
gritar eso: hoy
nace, aquí nace
el ansiado mundo nuevo.

Pero cuando
hiela el frío
al soporte que es
tu cuerpo

y respiras sangre
hermana y
polvo de miedo
y de huesos

pero y cuando
el hambre llega
y balas hay
de alimento

tus ojos se vuelven
piedras oscuras
como de hierro

el pulso golpea
deprisa rasgando
el pecho por dentro

el aire
se vuelve espeso
veo tu pulmón
muriendo.


No hay ya cifras
que estremezcan
a quien no quiere
creerlo

no hay imagen
no hay palabra
que trasmita
este gran duelo

de un horror
diario, amargo
de un derrame
desde dentro

de un ahora
con arcadas de
sangre, soledad
y miedo

cada infancia
masacrada, 
un mundo nuevo
muerto. Y miedo.
(Pies en Balessing)




Pero estás tú.
Volviendo a nacer,
quizás para morirte
también, como yo,
cualquiera.









Estás tú.
En tu anónima
existencia,
llorando estos versos
de sufrimiento encarnado.

Pero estás tú.
Sintiéndome. Sabiendo
que esta infancia
nos necesita valientes,
ahora. Estás tú.

Esperanza de manos
que trabajan, cansadas,
solidarias de apoyo
al pulmón que se apaga,

como grito perpetuo,
como llama que estalla,
como soplo de vida
al pulmón que se apaga.

Estás tú, recordándome
que son más fuertes
las ganas 

de seguir adelante
que de morir,
resignada.

Estás tú, está tu hermana
lucha por mejorar
la existencia,

estás tú, como utopía
creciente que alimenta
mis fuerzas,

estás tú,
aportando tu aire ahora
a este
pulmón que se apaga.

Y redescubro
que yo sólo quiero ser aire.
Contigo, con todas/os, con quienes quieren permanecer
respirando aires de paz y vida.

Y lo demás 
se combate con fuerzas
conjuntas cada día. 
Todo lo demás se combate.

Mucha fuerza, siempre adelante.

Gracias,

Os quiero.

-Isa-

sábado, 16 de enero de 2016

Su corazón también palpita


Hay muchas niñas/os que no tienen ya sueños, a quienes les ha vencido la resignación, que tienen miedo, a quienes les duele vivir, que están atrapadas/os en su rutina... hay muchas niñas solas/os. Yo quiero estar de su lado, mamá y papá. Yo quiero darles algo de lo mucho que me habéis dado. Quiero hacerles sentir que no están solas/os. Que sí pueden, que sigan adelante, que son personas valiosas. Quiero que el mundo les hiera menos, con su desprecio y con su (nuestra) indiferencia. Quiero que sonrían. Quiero darles amor, oportunidades, confianza, apoyo, refuerzo. Por eso, por todo eso, estoy aquí hoy. Y eso, de alguna remota manera, hace que sea feliz. Gracias.

Tenía que conocer todo esto, tenía que saber lo que está pasando, para poder aplicar una respuesta adaptada. Tenía que saber de qué iba el mundo. Y ahora algo más sé. Lo que sé me duele mucho, no puedo engañaros. Pero estoy agradecida de saber, de poder hacer algo para cambiar realidades concretas. Ignorar no era una opción válida para mí, lo sabéis. Estoy dispuesta a seguir haciendo reír a todas las niñas y niños que me cruce en mi camino. Estoy dispuesta a darles amor y respeto, a trabajar lo mejor posible para que sean más libres, para que puedan desarrollar todo su potencial, para que sean semilla del cambio positivo y nunca más testigos y cómplices del horror y el tormento. Quiero hacer todo eso. Y lo voy a seguir haciendo. No encuentro sentido a nada más que eso en mi vida. Gracias. Gracias. 
Os quiero”.

Hace unos años pensaba en todo lo que podía (yo) ayudar a aliviar el dolor en la infancia castigada por el sistema-global (que tiene un nombre, aunque dé no-sé-qué decirlo a muchas: capitalismo, sí, este sistema en el que los excedentes de producción alimentaria se tiran y las patentes farmacéuticas impiden la universalización de los servicios médicos; el mismo que entrega armamento pesado a niños de nueve a trece años para que puedan matar a otros humanos. Sí, este sistema en el que nuestra indiferencia hacia el sufrimiento ajeno es condición suficiente para que se perpetúe el horror ordenado, la violencia selectiva...). Trabajando por unos y otros rinconcitos de la ciudad, decidí un día coger un macuto (demasiado pesado, pienso ahora), y adentrarme en parte de las entrañas de la barbarie para la infancia, donde cada día se encontraban bebés entre las montañas de basura y se utilizaban los cuerpos de las niñas/os para el tráfico (diría "ilegal", pero a este punto es casi irrelevante) de órganos humanos... Donde hasta los orfelinatos daban miedo, eran cárceles permanentes de gritos, palizas, ratas y enfermedades contagiosas, que sólo (que no es poco, ¡por las diosas!) servían para garantizar la no-muerte. Estaba a miles de kilómetros de casa, pero tuve que hacer de eso mi casa (temporal, siempre supe que temporal, ¡bendito mi privilegio!).

Con los golpes, gritos, miradas y agarres de auxilio, con los ojos muertos de esperanza de cada una de las niñas y niños que me he ido topando en mi camino, he ido cambiando profundamente: muchas estructuras se han ido cayendo, al tiempo que otras nuevas visiones (sentires, pesares, dolores) sobre el mundo se han ido instalando, haciendo que mi mirada sea otra, siempre nueva, renovándose. No me preocupa lo mismo, mi escala de valores permanece inquebrantable, mi escala de dolores también. Serenidad, perseverancia, aceptación de lo existente, amor y mucho de inspiración y arropo colectivo (de esos en los que tanto insisto “referentes positivos”) permiten mantenerme en pie y emprender nuevas rutas (con mucha suela que gastar...).

Hace unos años pensaba en el gran potencial humano que tenemos para aliviar ese injusto sufrimiento de nuestras niñas y niños que nacen y respiran hoy los densos aires de podredumbre y plástico quemado que les dejamos respirar. Y es que, hace unos años, mientras pensaba todo eso, abracé por primera vez uno de esos cuerpecitos de infancia destinados a morir. Destinado a vivir el desamparo, el sufrimiento físico más agudo, la soledad y la ignorancia de su crecimiento. (Falta de estímulos, falta de cariño, falta de salud básica, falta de respeto...) Abracé su cuerpo, en el patio de esa cárcel que era el orfelinato, entre los muros de esa cárcel que era su país, entre los alambres de espino franqueados por armas de fuego que eran su pobreza. La temida “maldición de ser pobre”, una realidad consentida y perpetuada por otros humanos. Abrazaba su cuerpo en esa noche estrellada, como lo son todas las noches en las que no hay lluvias torrenciales en ese rinconcito abierto del planeta, y sentía como sus primeros dientes mordisqueaban mi camiseta. Quizás era la única persona en el mundo que se daría cuenta de eso, de sus primeras mordidas, de sus primeros balbuceos, de sus primeros movimientos erguidos y primeros usos de la motricidad gruesa!) Abrazaba a esa niña-bebé mientras quería que todo se detuviese. Que murieran todos “los malos” y sólo quedasen las personas buenas, que a todas las bebés y niñas/os del mundo les dejase de pesar la vida y les dejasen de sangrar las llagas que tenían en su cuerpecito. Que todos sus traumas desaparecieran, y los causantes de éstos murieran. Sí. Deseaba la muerte del mal mientras abrazaba a esa niña. Ella me mordisqueaba la camiseta, y yo quise morir por un momento allí también, abrazada a ella. No quería asumir la realidad del presente. Pero tenía que hacerlo, ambas debíamos hacerlo. 'That's the way it is, aunty Eli'. (Un 'Içi c'est comme ça' que viviría traducido años después).


Hace unos años esa niña con su abrazo lactante me sacudió la vida. Cada una de las niñas y niños con sus abrazos asfixiantes y sus súplicas de horror me resquebrajaron la vida. Cada manita que apretaba fuerte, cada tirón de mis brazos... cada gesto me fusiló por dentro todo lo que podía tener construído. Hace unos años fui notando cómo cada teoría, cada idea preconfigurada, cada manual de ética aplicada, cada discurso político, cada debate universitario, cada charla de colegas en un banco moría aplacada por una sola realidad palpitante: el latido de cada uno de esos corazones condenados al horror. Su corazón también palpita. Y todo lo demás no importaba ya. Lo más duro fue recomponerme. Tratar de seguir viviendo, ahora que ya sabía, ahora que me agarraban sus manitas y me roían la camiseta sus incipientes mordedores dientecitos... Lo más duro siempre es vivir, aunque sepas que estás en camino, aunque aprendas a tolerar tus propios límites y a no sobrepasarlos por salud (¡supervivencia propia!). Lo más duro es soltar su manita con brusquedad y quitarte sus miradas de encima cuando sabes que no puedes generar más sonrisas en el momento...

Hace años que asumo la responsabilidad de estar viva en este momento y en este lugar. Constato nuestro potencial, nuestra capacidad de generar lo no-habido.
Escuela maternal de Balepipi
Intento quejarme poco y trabajar mucho, hacerlo con amor y con verdadera esperanza de cambio, siempre alentado éste por los pequeños grandes logros que conseguimos en la vida de nuestras compañeras humanas/os. Y, aunque siempre es insuficiente, nunca deja de ser necesario cada paso que damos. Hago lo que puedo y siempre intento renovarme, renovar mi óptica, mis herramientas, adaptar mis objetivos, consolidar mis metodologías... siempre quiero más: mejorar, superarme, crecer, convertirme en algo mejor de lo que soy ahora. Porque mientras todas estas niñas y niños sigan sufriendo de la manera en que lo hacen, no habrá razón de más peso para movilizar a otras personas en su actuación: por el fin de la avaricia, de la corrupción, de la violencia indiscriminada, de la fabricación y el tráfico masivo de armamento, del abuso de poder sobre los cuerpos, del bloqueo de la autonomía de otras personas, el control de la libre circulación de la información, la tortura tolerada, la complicidad con regímenes totalitarios y tiranos... y tanto y tanto.

No hay libros que puedan contener un sentimiento, por mucho que lo intenten explicar; tal y como no hay partitura que pueda contener la música volando por el aire. Y es que el lenguaje siempre quedará limitado a una pequeña parcela de realidad. Pero las miradas y las manos... ¡ay! sólo pueden ser sentidas.


Me duele. Me pesa. Es un dolor agudo y oscuro. Retumba y repiquetea en mi pecho, como quitándome un poco el aire. Esas miradas. Esas miradas que se cruzan en mi vida porque yo he decidido venir a encontrarlas... Dicen que cuando pides consejo, según a quién consultes, ya estás determinando el tipo de respuesta que quieres oír. Es decir, que tú eliges, con tus actos, lo que quieres seguir haciendo, aunque lo disfraces de “influencias externas”... Por eso he venido aquí. Porque quiero saber lo que estas miradas tienen que decirme. Esas miradas anónimas, tan iguales todas ellas, tan distintas a mi mundo, cobrando un sentido nuevo: cada una en su contexto, irregular y diverso, cada una, como un mundo abierto a la necesidad y al cambio. En verdad, ninguna mirada fue nunca anónima. Era yo quien las homogeneizaba. Pum. Pum. Cada mirada latiendo. ¿No podéis oírlo también?

Transformar por segundos esa mirada de piedra en mirada de niña/o es lo mejor que siento, quizás lo mejor que vaya a sentir nunca: una plenitud que llena de vida y me lima el dolor más anclado... Las sonrisas: descubrir sonrisas en un rostro ausente, hacer que pasen los gritos y las agresiones, que la infancia vuelva de donde nunca debería haber escapado: la vida de las niñas/os.

Me duele la realidad, no os puedo mentir. Pero me hago fuerte, pienso que no queda otra opción si quiero hacer algo positivo. Y yo cambio rápido, para poder aportar algo y dejarme de tonterías. Para construir. Porque es necesario. Y es necesario hacerlo ahora. Aquí hay magia. Y aquí quiero estar. Me quedo.

Gracias por enseñarme a ser libre. Os quiero.”

-Isa-
Cartas desde lo negro.

sábado, 17 de octubre de 2015

Nuestra infancia nos necesita valientes


Si no fuera por ti,
porque veo llama clara en tu mirada,
moriría lentamente
en cada bala disparada;

si no fuera por ti,
y esa mirada,
estaría sepultada desde tiempo
mi esperanza.

Pero estás, estás para quedarte,
estrechándome con fuerza
desde el miedo,
estás en cada uno de mis versos;

tu infancia tierna
y tus labios prietos
me salvan de morir en el intento,
creando nuevas fuerzas para amarte.

Cuando tú me abrazas,
pequeño Maurice, no me abrazas solo,
me abraza la fuerza de la vida,
me abrazan las ganas de seguir
haciendo lo que hago.
 
Tu abrazo es eterno.




Cuando la sangre de infancia
riega los campos,
la tierra llora charcos
de injusticia,
y los perros beben...

Por el desarme real,
por el fin de la militarización
de nuestros niños,
por la libertad de la infancia.
Stop al dolor. Stop a las armas.
STOP AFRICOM.

sábado, 27 de junio de 2015

Heredera del Orgullo

Una de las recomendaciones del MAEC cuando viajas a ciertos países suele ser algo así como "no muestres afecto en público si eres homosexual e intenta evitar conductas homosexuales por ser socialmente inadaptadas hasta el punto de correr el riesgo de prisión". Te entra un escalofrío que se mantiene durante toda tu estancia en el país en cuestión, donde la homosexualidad es considerada un crimen que se asocia con el abuso sexual, la pederastia y rituales sádico-satánicos.

La ausencia de educación sexual en una gran parte de la población africana permite perpetuar un régimen patriarcal opresor homófobo y violento hacia quien no asume el "orden" (chaos) establecido. Se confunde todo: la lucha anticolonialista con el rechazo a trabajar por los derechos básicos sexuales y reproductivos. Siempre podrás ver y escuchar argumentos del tipo "vosotros los blancos haced lo que queráis en vuestros países, pero aquí dejadnos en paz y no nos queráis traer la homosexualidad y la violación de niños". Y se te anuda la garganta cuando ves las incoherencias internas de regímenes sociopolíticos que ahorcan, golpean y maltratan a personas homosexuales mientras legitiman las violaciones a niñas, la poliginia violenta, los matrimonios forzados precoces y todo lo demás que consideran no sólo "aceptable" sino "un valor africano" que en ningún caso asocian con la pederastia, el abuso sexual o la violación de derechos básicos de la niña.

Durante mi estancia en distintas zonas subsaharianas me he hecho muchas preguntas sobre los límites de la intervención colonial y postcolonial: ¿hasta qué punto lo que hago es fruto de un neocolonialismo garantista de derechos y libertades que no tiene en cuenta los criterios propios de la población local?, ¿hasta qué punto extrapolar los grandes valores de las democracias occidentales (libertades y derechos individuales, por ejemplo) no es ya acabar con el propio sistema vigente (colectividad frente a individuo) tan distinto a lo extranjero que pensamos que es mejor? (...)

Como heredera de la Ilustración (tardía, heredera aunque duela a veces, de las democracias occidentales y de la visión asumida de que las personas en nuestra individualidad tenemos derechos y libertades que han de ser garantizadas por las instituciones públicas, constituidas entre todas/os), miro mi tatuaje de la pierna izquierda que dice "Sapere Aude" y se me crea una capa de neblina en los ojos al tratar de argumentar con un campesino local que la homosexualidad no tiene nada que ver con las violaciones de niños, y que más bien es el heteropatriarcado normativo quien más menores (niñas) lleva violando desde su historia. Se me nubla la vista, me tirita el párpado izquierdo, y me toco el tatuaje como si mirara arriba del mapa y viera un parlamento europeo pro-derechos homosexuales aplaudiendo mi intervención. Y me siento por momentos más occidental que nunca. (¡Y qué difícil se me hace expresar esto, pero hay que sentirlo, chères amies...!)

Caigo en generalidades escribiendo esto, je sais, pero en general lo que he constado entre mis camarades africanas/os es un rechazo frontal a hablar siquiera del tema (pues sus sistemas de valores, la familia -¡ay, Lévi-Strauss!- no permiten aceptar la homosexualidad como un "hecho" sino como una deformación), un rechazo apoyado en una ausencia de educación sexual mínima (¡"no saben nada", por Afrodita, me comporto como una irritada neocolona, pero es que venden en los autobuses cremas curatodo mientras aseguran que la palabra "clítoris" es un invento de occidente y que no hay más opción que la penetración (violación tantas veces) del macho a la hembra que si no siente placer es porque es una frígida!)...

Tengo mis errores en la intervención, y siempre por eso ando revisándome y recuestionándome qué es lo que hago y por qué lo hago... pero aunque me desprendo (intento) todo lo que puedo del prejuicio colono, en tantos temas -como en éste sobre la homosexualidad- no puedo sino declararme con orgullo heredera de un occidente que progresa en el reconocimiento de las libertades sexuales y reproductivas y garantiza (o camina hacia ello) la posibilidad de un desarrollo pleno de las personas con independencia de su orientación sexual. "¡Oh, por las diosas, te has vuelto pro-Europa!" Ya, nothing to do about it. Sólo cuando ves, sólo cuando sientes y cuando vives la represión social de regímenes autoritarios que condenan (castigan en lo físico y en lo psíquico) todo tipo de manifestación distinta a lo establecido, sólo cuando eso... te aferras a los derechos con los que has nacido y que consideras mínimos/justos/básicos; me lanzo en la búsqueda de una fundamentación teórica que legitime lo que considero necesario para asegurar los derechos y libertades básicas de las personas (menores y adultas). Y en esas líneas en occidente llevamos muchos años teorizando... aunque el error básico es aplicar el cuento de puertas para adentro (como el caso francés que tanto destaca por su hipocresía y masacre histórica (aún mantenida) en las dictaduras militares que mantiene en sus excolonias mientras goza de una nutrida-teórica democracia local)... pero los años de teoría que llevamos a nuestras espaldas se notan cuando comienzas a dialogar con modelos sociales intolerantes y cerrados sobre su propio centro/eje que no están dispuestos a hablar sobre nada, que afirman su identidad masacrando derechos ajenos.

En más de la mitad del territorio africano hoy se condena a las personas homosexuales. Es ilegal ser homosexual. En cuatro países hay una legislación expresa que condena la homosexualidad con pena de muerte. En más de veinte países las leyes se han endurecido para castigar con penas de prisión (torturas/maltratos...) las "conductas homosexuales". Entre ellos Camerún, por cierto, país en el que viví la aplicación de la brillante ley "antiviolación" de 2014, propulsada por el abominable Biya: la ley que prohíbe a las muchachas llevar faldas cortas para "evitar ir provocando" y así que los hombres no se tengan que ver forzados a consumar su instinto animal de violar a la hembra.

Si me tienen que insultar mis camarades subsaharianas/os una vez más con el "blanche!", por primera vez, asumo el "insulto" con orgullo. Porque para mí no hay legitimación alguna para la imposición violenta de un tipo de vida que se ha de llevar, porque esa imposición la hemos vivido en nuestros pueblos durante muchos años, porque aún estamos saliendo pasito a paso de la homofobia estructural que configura nuestras sociedades, y porque creo que cada una/o tiene el derecho de amarse como quiera en libertad y que hemos de crear un entramado sociopolítico que garantice que ese derecho pueda ejercerse.

Muchas compañeras africanas/os piden asilo político a occidente por su homosexualidad. Otras luchan desde el silencio tratando de transformar su entorno en algo menos represivo y autoritario. Hay otras más que manifiestan su oposición al régimen en colectividad aún a riesgo de perder su vida. Con todas ellas/os y por todas vosotras/os, grito hoy, me sumo a vuestra lucha. Nuestra África es un África libre, plural y diversa.

Orgullo por lo propio, orgullo por lo ajeno plural y distinto.

Libertad para un pueblo, y muchos abrazos.

-Isa-



miércoles, 4 de marzo de 2015

Lo que nos mueve



A mis compañeras/os, esa esperanza activa que cohesiona mis días

 
Lo que llevamos dentro es una fuerza inagotable de cambio regenerándose a cada momento en acciones concretas. Llevamos la fuerza aprendida en nuestra experiencia, a la que sumamos la de todas las mujeres y hombres con quienes compartimos nuestro camino, y en especial, la de todas esas niñas y niños del mundo con quienes hemos aprendido tanto de la lucha que es vivir en un entorno de gritos y golpes donde no hay tiempo ni lugar para la risa.

Nos mueve un intenso sentimiento de empatía hacia las personas sumidas en un agujero de injusticia social que las mantiene esclavas a una rutina de violencia, represión y miedo, un sentimiento de amor profundo hacia su valía intrínseca.

Nos mueve la conciencia de que las capacidades de nuestras compañeras/os humanas/os en otras comunidades no pueden desarrollarse con plenitud dados los niveles de opresión ejercicidos por otros humanos, hombres en su casi total mayoría (no es dato menor, insistimos).

Jornada de mejoras en la educación infantil, Outils pour les enseignantes (Duala)


Nos mueve el conocimiento de que su situación de opresión es fruto de un conjunto de acciones humanas, perpetuadas en un sistema político-económico que beneficia a minorías selectivas en detrimento de los derechos y libertades fundamentales de estas grandes mayorías humanas con las que trabajamos y vivimos.

Nos mueve, del mismo modo, la certeza de que la situación es reversible, de que los esfuerzos dirigidos a la emancipación de los pueblos, colectivos y personas oprimidas encuentran su sentido cada vez que obtenemos pequeños triunfos, esos grandes pasos para consolidar la libertad y la autonomía personal y social arrebatada.

Nos mueve el rechazo a las políticas intervencionistas de carácter asistencialista y mater/paternalista hacia "el otro", basada en una negación implícita de la capacidad del pueblo/persona oprimida para gestionar su propia vida y crear su propio camino ("vosotros lo que necesitáis es...");

el rechazo a las políticas neocolonizadoras que visibilizan los sures (a las africanas y africanos, por ejemplo, invisibilizando sus plurales formas de vida y autoorganización) como débiles, sumisos y dependientes de la ayuda externa ("tenemos que darles esto para que avancen");

el rechazo a las medidas "parche" llevadas a cabo desde las instituciones públicas occidentales de carácter caritativo y parcial que, lejos de ahondar en las problemáticas globales y multicausales que afectan a las poblaciones oprimidas/(neo)colonizadas, se centran en aspectos superficiales y puntuales para mantener de este modo el estado de cosas vigente sin grandes alteraciones (hacer pequeñas campañas de sensibilización europea de lo pobres que son los africanos "por naturaleza" y tranquilizar las conciencias ofreciéndoles donar diez euros al día a una ong también europea de carácter salvífico y protector).

Nos mueve la conciencia de igualdad de oportunidades de base como principio motor de un cambio estructural en el ordenamiento social/comunitario y encaminamos nuestro trabajo a lograr una igualación de esas condiciones, azarosamente impuestas a las personas/grupos humanos en función de su lugar de nacimiento.

Nos mueve la posibilidad abierta de cambio que cada situación plantea, por dura de asumir que sea ésta. Negamos la aceptación de las desigualdades y la pasividad generada por el sistema global en el que nos inscribimos: sabemos que todas podemos hacer mucho por construír alternativas, lo comprobamos cada día con nuestros actos y los de tantas y tantas personas. Ya abrimos la caja de la creatividad y la transformación social positiva y ahora éstas sólo pueden expandirse.

Metodologías no violentas de aprendizaje en el aula, Bambi
Así, sentimos:

El apoyo mutuo como base, en una relación dialógica
en la que "tú" y "yo" somos un "nosotras/os"
en construcción permamente;

El respeto como base, creciendo en ópticas y perspectivas,
relacionadas desde una horizontalidad sincera
que inunda todos los intercambios;

Y una vez más, la mirada esperanzadora
de una infancia liberada,
la transformación de la angustia en risa,
ese estallido limpio, como base...

Los ojos y las sonrisas no pueden
ser negadas por ningún discurso teórico aburguesante.
Ya no. Lo llevamos dentro.

Sonrisas en escuela infantil de Bamguou.

Gracias.

Muchos abrazos y buen día.

-Isa-


[...] Y... ¡estamos de estreno! Conoce a nuestro compañero y su trabajo:Rostiño, joven lingüista. ¡Talento y constancia!

jueves, 15 de enero de 2015

Mon pays... c'est le monde.

Amanece en la escuela maternal de Balepipi, Balessing





Mon pays est un concentré de tous les malheurs des peuples, une synthèse douloureuse de toutes les souffrances de l'humanité, mais aussi et surtout des espérances de nos luttes.

(Thomas Sankara, 1984)

Poesía o barbarie. Como fuga, como encuentro.


La tierra que atrapa.

Sembrada ya la mitad de mi cuerpo
bajo tierra densa de lluvia y pisada
por grietas y heridas de piernas descalzas
golpea con fuerza, hay desgarro por dentro;

entregados mis brazos al sudor y al peso
de la polvorienta infancia con hambre y con miedo,
siento los tirones desde el otro lado,
desde donde yace la mitad de mi cuerpo.

Allí,
donde cada paso es punzante en la espalda,
ardiente en la nuca y vacío en la garganta,
donde cada lluvia por dentro te empapa,
donde nuestros ojos ven solo miradas,

cavan el surco madres en la tierra
que cubre la mitad de mi cuerpo encerrado,
brotan pequeños y grandes los maizales,
cantan los pájaros brillantes, que posados
tiñen de luces ese verde selvático;

cargan de agua plásticos rajados,
las botellas planas y los cubos amplios
muchas manos juntas minúsculas y fuertes
para regar la sed de mi cuerpo sembrado
y que vengan mañana a posarse otros pájaros;

corren las infancias con cañas de azúcar
sobre sus cabezas y el vientre cansado
de inventarse dulces pequeños bocados,
corren aunque sangren de heridas los pasos
y el peso del cubo desgarre los brazos.

Y allí,
mientras veo la mitad de mi cuerpo a la sombra
rodeado de verdes, miradas y cantos,
apartándome a niños y a madres cavando,
me siento en la escuela a esperar, sollozando,

me siento tan débil, los huesos pesando
los kilos en agua de lluvia atrapados
que no encuentro nada que alivie mi espanto
y saque el dolor que el horror va clavando
más que una sonrisa de un bebé muriendo,
muriendo sin rima, en silencio muriendo.

Y los tirones vuelven desde el otro lado,
cada vez más gritos, cada vez más manos
que me agarran juntas, para que te escriba
y al leerme ahora agarran tus párpados,
tus ojos ya saben, aún faltan tus actos.


Me śe dividida enteramente,
enteramente unida al momento presente,
que ruge, que chilla, que exige respuesta
inmediata, conjunta, que estemos alerta;

mientras haya vida estaremos unidas,
y, aunque divididas, seremos la misma
fuerza palpitante creando presentes
de amor y esperanza activa de gentes,

seremos los pies embarrados y heridos,
seremos también los desaparecidos,
mujeres y niñas, jóvenes y niños
seremos por siempre altavoz de sus gritos
y mano compañera que traza camino.


Soy los dos mundos,
tensionados, ardientes;
somos el mundo,
el latido presente.

Todo ha pasado tan deprisa
que sólo me queda reconocer mi necesidad de tiempo para,
y leerme y releerme en mí
y en otras personas
y en otras formas de vida, releerme
mientras leo la historia colectiva
las mudas historias,
la rabia reprimida.


Porque somos más iguales
de lo que creemos
y siento
que hay algo
estallando
en cada una de nosotras
capaz de generar
lo bueno aún no creado.

Y yo
tengo un amigo en el sur
tengo una hermana en el sur
tengo unas manos arrugadas
que no abrazan solo,
que trabajan.

Tengo cientos de ojos pegados
a la solapa de mi mente
anclados, pidíendome
que les devuelva la mirada

Para mí ese sur ya no es anónimo
para mí ese sur ahora es mi norte,
un norte que me salva de los días
un norte que construye ese horizonte
donde todos los posibles pueden darse...

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Gracias por seguir apoyando nuestros pasos.
Estamos construyendo muchos de esos posibles,
haciéndolos reales. Lo estamos haciendo juntas/os.

Os quiero.

-Isa-