sábado, 27 de junio de 2015

Heredera del Orgullo

Una de las recomendaciones del MAEC cuando viajas a ciertos países suele ser algo así como "no muestres afecto en público si eres homosexual e intenta evitar conductas homosexuales por ser socialmente inadaptadas hasta el punto de correr el riesgo de prisión". Te entra un escalofrío que se mantiene durante toda tu estancia en el país en cuestión, donde la homosexualidad es considerada un crimen que se asocia con el abuso sexual, la pederastia y rituales sádico-satánicos.

La ausencia de educación sexual en una gran parte de la población africana permite perpetuar un régimen patriarcal opresor homófobo y violento hacia quien no asume el "orden" (chaos) establecido. Se confunde todo: la lucha anticolonialista con el rechazo a trabajar por los derechos básicos sexuales y reproductivos. Siempre podrás ver y escuchar argumentos del tipo "vosotros los blancos haced lo que queráis en vuestros países, pero aquí dejadnos en paz y no nos queráis traer la homosexualidad y la violación de niños". Y se te anuda la garganta cuando ves las incoherencias internas de regímenes sociopolíticos que ahorcan, golpean y maltratan a personas homosexuales mientras legitiman las violaciones a niñas, la poliginia violenta, los matrimonios forzados precoces y todo lo demás que consideran no sólo "aceptable" sino "un valor africano" que en ningún caso asocian con la pederastia, el abuso sexual o la violación de derechos básicos de la niña.

Durante mi estancia en distintas zonas subsaharianas me he hecho muchas preguntas sobre los límites de la intervención colonial y postcolonial: ¿hasta qué punto lo que hago es fruto de un neocolonialismo garantista de derechos y libertades que no tiene en cuenta los criterios propios de la población local?, ¿hasta qué punto extrapolar los grandes valores de las democracias occidentales (libertades y derechos individuales, por ejemplo) no es ya acabar con el propio sistema vigente (colectividad frente a individuo) tan distinto a lo extranjero que pensamos que es mejor? (...)

Como heredera de la Ilustración (tardía, heredera aunque duela a veces, de las democracias occidentales y de la visión asumida de que las personas en nuestra individualidad tenemos derechos y libertades que han de ser garantizadas por las instituciones públicas, constituidas entre todas/os), miro mi tatuaje de la pierna izquierda que dice "Sapere Aude" y se me crea una capa de neblina en los ojos al tratar de argumentar con un campesino local que la homosexualidad no tiene nada que ver con las violaciones de niños, y que más bien es el heteropatriarcado normativo quien más menores (niñas) lleva violando desde su historia. Se me nubla la vista, me tirita el párpado izquierdo, y me toco el tatuaje como si mirara arriba del mapa y viera un parlamento europeo pro-derechos homosexuales aplaudiendo mi intervención. Y me siento por momentos más occidental que nunca. (¡Y qué difícil se me hace expresar esto, pero hay que sentirlo, chères amies...!)

Caigo en generalidades escribiendo esto, je sais, pero en general lo que he constado entre mis camarades africanas/os es un rechazo frontal a hablar siquiera del tema (pues sus sistemas de valores, la familia -¡ay, Lévi-Strauss!- no permiten aceptar la homosexualidad como un "hecho" sino como una deformación), un rechazo apoyado en una ausencia de educación sexual mínima (¡"no saben nada", por Afrodita, me comporto como una irritada neocolona, pero es que venden en los autobuses cremas curatodo mientras aseguran que la palabra "clítoris" es un invento de occidente y que no hay más opción que la penetración (violación tantas veces) del macho a la hembra que si no siente placer es porque es una frígida!)...

Tengo mis errores en la intervención, y siempre por eso ando revisándome y recuestionándome qué es lo que hago y por qué lo hago... pero aunque me desprendo (intento) todo lo que puedo del prejuicio colono, en tantos temas -como en éste sobre la homosexualidad- no puedo sino declararme con orgullo heredera de un occidente que progresa en el reconocimiento de las libertades sexuales y reproductivas y garantiza (o camina hacia ello) la posibilidad de un desarrollo pleno de las personas con independencia de su orientación sexual. "¡Oh, por las diosas, te has vuelto pro-Europa!" Ya, nothing to do about it. Sólo cuando ves, sólo cuando sientes y cuando vives la represión social de regímenes autoritarios que condenan (castigan en lo físico y en lo psíquico) todo tipo de manifestación distinta a lo establecido, sólo cuando eso... te aferras a los derechos con los que has nacido y que consideras mínimos/justos/básicos; me lanzo en la búsqueda de una fundamentación teórica que legitime lo que considero necesario para asegurar los derechos y libertades básicas de las personas (menores y adultas). Y en esas líneas en occidente llevamos muchos años teorizando... aunque el error básico es aplicar el cuento de puertas para adentro (como el caso francés que tanto destaca por su hipocresía y masacre histórica (aún mantenida) en las dictaduras militares que mantiene en sus excolonias mientras goza de una nutrida-teórica democracia local)... pero los años de teoría que llevamos a nuestras espaldas se notan cuando comienzas a dialogar con modelos sociales intolerantes y cerrados sobre su propio centro/eje que no están dispuestos a hablar sobre nada, que afirman su identidad masacrando derechos ajenos.

En más de la mitad del territorio africano hoy se condena a las personas homosexuales. Es ilegal ser homosexual. En cuatro países hay una legislación expresa que condena la homosexualidad con pena de muerte. En más de veinte países las leyes se han endurecido para castigar con penas de prisión (torturas/maltratos...) las "conductas homosexuales". Entre ellos Camerún, por cierto, país en el que viví la aplicación de la brillante ley "antiviolación" de 2014, propulsada por el abominable Biya: la ley que prohíbe a las muchachas llevar faldas cortas para "evitar ir provocando" y así que los hombres no se tengan que ver forzados a consumar su instinto animal de violar a la hembra.

Si me tienen que insultar mis camarades subsaharianas/os una vez más con el "blanche!", por primera vez, asumo el "insulto" con orgullo. Porque para mí no hay legitimación alguna para la imposición violenta de un tipo de vida que se ha de llevar, porque esa imposición la hemos vivido en nuestros pueblos durante muchos años, porque aún estamos saliendo pasito a paso de la homofobia estructural que configura nuestras sociedades, y porque creo que cada una/o tiene el derecho de amarse como quiera en libertad y que hemos de crear un entramado sociopolítico que garantice que ese derecho pueda ejercerse.

Muchas compañeras africanas/os piden asilo político a occidente por su homosexualidad. Otras luchan desde el silencio tratando de transformar su entorno en algo menos represivo y autoritario. Hay otras más que manifiestan su oposición al régimen en colectividad aún a riesgo de perder su vida. Con todas ellas/os y por todas vosotras/os, grito hoy, me sumo a vuestra lucha. Nuestra África es un África libre, plural y diversa.

Orgullo por lo propio, orgullo por lo ajeno plural y distinto.

Libertad para un pueblo, y muchos abrazos.

-Isa-